EUROPA
PRESS
21 noviembre
2018
Prueban
en ratones una vacuna que reduce las proteínas tóxicas vinculadas al Alzheimer
Una vacuna de ADN probada en ratones
reduce la acumulación de los dos tipos de proteínas tóxicas asociadas con la
enfermedad de Alzheimer, según concluye una investigación que los científicos
dicen que podría allanar el camino hacia un ensayo clínico.
El trabajo, realizado por el Instituto del Cerebro Peter O'Donnell Jr. de la 'UT Southwestern', en Estados Unidos,
muestra que una vacuna que se suministra en la piel provoca una respuesta
inmune que reduce la acumulación de las proteínas dañinas tau y beta-amiloide, sin desencadenar una inflamación cerebral severa,
como ha sucedido con tratamientos con anticuerpos en algunos pacientes.
"Este estudio es la culminación de una década de
investigación que ha demostrado repetidamente que esta vacuna puede atacar de
manera efectiva y segura en modelos animales lo que creemos que puede causar la
enfermedad de Alzheimer", afirma director fundador del Centro de la
Enfermedad de Alzheimer en 'UT Southwestern', el doctor Roger Rosenberg.
"Creo que nos estamos acercando al momento de probar esta terapia en las
personas", destaca.
La investigación, publicada en 'Alzheimer's
Research and Therapy', demuestra cómo una vacuna que contiene ADN que
codifica un segmento de beta-amiloide también reduce
la proteína tau en ratones que se han diseñado para tener la enfermedad de
Alzheimer. Además, la vacuna provoca una respuesta inmune diferente que puede
ser segura para los humanos. Dos estudios previos del laboratorio del doctor
Rosenberg mostraron respuestas inmunes similares en conejos y monos.
La vacuna se encuentra en una corta lista de tratamientos
prometedores de anticuerpos dirigidos a proteger contra ambos tipos de
proteínas que matan las células cerebrales a medida que se propagan en forma de
placas y ovillos mortales en los cerebros de los pacientes con enfermedad de
Alzheimer.
Aunque las investigaciones anteriores establecieron que los
anticuerpos reducen significativamente la acumulación de amiloide
en el cerebro, el equipo de Rosenberg necesitaba encontrar una forma segura de
introducirlos en el cuerpo. Una vacuna desarrollada en otro sitio resultó
prometedora a principios de la década de 2000, pero cuando se probó en humanos,
causó inflamación cerebral en algunos pacientes.
Por ello, la idea de Rosenberg fue comenzar con el ADN
codificado para amiloide e inyectarlo en la piel en
lugar del músculo para producir un tipo distinto de respuesta inmune. Las
células inyectadas en la piel forman una cadena de tres moléculas de beta-amiloide (Abeta42), y el cuerpo responde produciendo
anticuerpos que inhiben la acumulación de amiloide e
indirectamente también de tau.
Reducción de hasta
el 50 por ciento de las proteínas tóxicas
El último estudio, que consta de cuatro cohortes de entre 15
y 24 ratones cada uno, muestra que la vacuna provocó una reducción del 40 por
ciento en beta-amiloide y una reducción de hasta el
50 por ciento en tau, sin desencadenar una respuesta inmune adversa. El equipo
de Rosenberg predice que, si las proteínas amiloide y
tau son la causa de la enfermedad de Alzheimer, lograr estas reducciones en los
humanos podría tener un valor terapéutico importante.
"Si la aparición de la enfermedad pudiera retrasarse
incluso cinco años, sería un avance enorme para los pacientes y sus familias,
destaca la autora principal del estudio, la doctora Doris Lambracht-Washington.
El número de casos de demencia podría reducirse a la mitad".
La enfermedad de Alzheimer se caracteriza por un deterioro
progresivo del cerebro a medida que se destruyen las neuronas. Según los
Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades estadounidenses,
alrededor de 5,7 millones de estadounidenses tienen la enfermedad y se espera
que la cantidad se incremente en más del doble para 2050.
No existe un tratamiento eficaz, aunque se están
investigando y probando varios anticuerpos y otras terapias en ensayos clínicos
para atacar las placas de amiloide y los ovillos de
tau, ambos característicos de la enfermedad. Una estrategia, que aún se está
probando para ver sus beneficios clínicos, consiste en producir anticuerpos en
el laboratorio e inyectarlos en el cuerpo, una técnica denominada inmunización
pasiva.
El doctor Rosenberg explica que permitir que el cuerpo
produzca sus propios anticuerpos a través de la inmunización activa sería la
estrategia preferible, si se puede hacer de manera segura. Entre las ventajas
de la vacuna, señala que sería más accesible y menos costosa, además de que
produce una variedad más amplia de tipos de anticuerpos que los anticuerpos
preformados que contienen solo un anticuerpo específico.